10/05/06

Dyma Ezban es el nombre de una experiencia histórica, es ésta propia experiencia quien me ha dado el nombre. Dyma lo encontré en el haberme olvidado a mí mismo y la lejanía me encontró como Dyma. Ezban lo encontré en las únicas letras del sueño que me ha dado la experiencia de dejarme morir como Ezban.
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Un existente de América, que se descubrió como mexicano y antes de ello como auténtico humano. Dice “Somos multinacionales”. Así como “multitemporales". Leyendo a Rulfo, a Villaurrutia, a Paz, a Gorostiza ha sido mexicano, leyendo a Borges, a Juarroz y Porchia ha sido argentino, leyendo a Neruda y Pizarnik, a Huidobro ha sido chileno, leyendo a Vallejo a sido peruano Y no solamente ha sido conacional de todos ellos, si no que además a través de ellos ha vivido sus épocas, sus tiempos. Latinoamérica. Grecia, Alemania, Francia, Italia, Rumania, Rusia, España, se ha convertido a la nacionalidad de los seres que abren su espíritu cuando el lector los invoca. También cabe decir que en los barrios y colonias de sus ciudades le han revelado lo sustancial de la inmediatez humana que es donde ha vivido el mayor tiempo. Pero la vida no alcanza para todo. Es una obra de 30 años pero su obra inicia a fundarse en la cultura del mundo, aún es muy prematuro saber sus aportes a los misterios de la escritura y del espíritu, de la cultura. El lector es el que podrá intervenir en el hallazgo de compartir el arte, su destino.
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El silencio se convirtió en su segunda lengua. El contemplar en su tercera. Trabaja como traductor del silencio del agua y del fuego, del rostro y de las lágrimas. Ha ido a esos países del silencio y de la contemplación y nos escribe de sus fantasmas y de sus misterios. Es un recorrido circular donde termina con la descripción de un paisaje que se convierte en grito, un grito latinoamericano que no llama a nadie, porque El Solo puede venir, es nada. O le extraña la vivencia de la esperanza, esperar, como es una de las cátedras que imparte: El Saber Esperar.
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Ha desgarrado su Heimat para conocer otras tierras, pero su más grande viaje ha sido habitar sus propias lágrimas. Es lo más verdadero. Rusia, España, Portugal, son hermosas mujeres que le han hecho saber que la fe está ahí y hay que ir por ella. La verdadera patria está en donde se está, en donde esté cada ser. El paisaje que se mira en ese momento es el más bello del mundo, porque es el yo mismo situando al mundo, yo soy su referencia, cada ser es la referencia más importante del mundo. Su coordenada esencial con respecto al universo. Por ello, para encontrar a alguien, se tiene que renunciar a su propia referencia. Y ser.
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Como muchos latinoamericanos comenzó a publicar en periódicos, revistas, y como suele pasar en estos casos, no pasa nada. Publicar o no publicar en Latinoamérica no es muy distinto. Comunicarse con la palabra escrita resultó ser verdaderamente difícil. Aprendió a callar desde los 20 años. Dos publicaciones gracias a los amigos fraternos, que lo fueron, dieron fe de su posición como creador o constructor, o posesión, o como él lo llama, estar suspendido entre el tiempo y la eternidad. Llegó igualmente por otros amigos a ser propuesto para que todo lo realizado en 30 años se editara en Barcelona en una Editorial de la cuál ya no se quiere acordar.
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Su mayor influencia filosófica ha sido el vivir desgarrado, en la angustia de habitar una impotencia de soportar las imposiciones ideológicas humanas. Las injusticias. Pero ello mismo, le ha dado el valorar en lo más alto el acto del hombre, siempre y cuando, este acto esté en fusión de los demás, de una comunidad, de una humanidad. No se puede actuar si no se tiene en cuenta el sentido del otro, el proyecto de lo humano. Él no es un ejemplo de nada en el sentido kantiano, el acto está en fusión de una totalidad y se ha de intuir esa totalidad. Se ha de aprender a soñar.
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Los Antiguos Americanos, Platón y Hegel, Spinoza y Eckhart, Nietzsche y Heidegger, Wittgenstein y Mahler, Broch y Yourcenar, Cioran y Gorecky, los románticos alemanes, los simbolistas franceses, son como referencias discursivas para interrogar el yo y su diariedad.
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Dice, ”Lo que más ha influido en mi forma de pensar es el aire, sin saber respirar se me dificultan mis pensamientos; los colores, los sonidos, los sabores, esos en verdad, son mis mas sustanciales influencias, son los más grandes argumentos. El beso es un axioma. El acto sexual es un mandamiento. Orar me hace hornearme para el infinito. ” Una obra que se estuvo incubando durante 30 años, trabajar sin ser por nadie visto, terminar el producto y ocultarlo, esperando el momento de saber corresponder a sus semejantes, a su contemporáneos, a sus vivos y a sus muertos, no ha sido nada fácil.
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Sorpresas aún por descubrir nos esperan de este extraño exponente del alma, del silencio.